miércoles, 31 de diciembre de 2008

Último día. Mejor comienzo

Se acaba, por fin se acaba este odioso año.
Ya sabemos que en Irak no había armas nucleares, por lo que inferimos que como siempre, peje gordo se traga peje pequeño. El que siga de pequeño es porque quiere, que si no podemos ser más grandes al menos nos forremos de espinas, para que al grande al menos, le duela tragarnos.
Que el mundo de los ricos no era tan rico ni tan lindo, que entre ellos se joden más de lo que nos imaginábamos. Entonces seamos pobres con dignidad y no falsos ricos jodidos.
Que los vicios solo sirven para enriquecer a otros, y que esos otros son tan inteligentes que no se envician con la porquería, a la que además cada cierto tiempo le suben el precio. Entonces una razón más para no seguir enviciados…está muy dura la economía y la salud peor.
Que los hijos se hacen grandes y que los deseos, sí los deseos, aunque se disfracen de anhelos se mantienen del mismo tamaño. Para eso lo mejor es no peder el rumbo y adentrarse en el mar hasta los hombros, hasta el mentón. Que solo te quede el pedacito afuera para respirar…y gozar hombre gozar, de lo poco que ya nos queda.

Feliz año 2009

viernes, 26 de diciembre de 2008

Para que hacerlo bien si mal se puede

La falta de calidad en los servicios que tenemos en el país, es como en la Salud y la Educación, piedras con las que tropezamos más de dos veces por día. La falta de capacidad para realizar un trabajo bien hecho o al menos terminarlo decentemente viene a ser una de las fuentes de angustia con la que tenemos que convivir.
Sea un servicio complejo o una explicación elemental a un trámite por realizar se convierten en un via crucis. En casa hemos tenido que transitar por todos los servicios de TV por cable que existen en el país, con la ilusa idea de que el próximo será mejor. La telefonía es como un asaltante a quién no te queda más remedio que entregarle lo que tengas en el bolsillo y nada que hablar del servicio eléctrico. La plomería, la albañilería que puedes contratar te obligan a graduarte en una escuela de oficios para dar buen término a lo que necesitas.
Pero cuando la ingeniosidad se une a la estupidez y ambas a la desmesura, aparecen artefactos tan incomprensibles que solo queda chance para suspirar. Esto no es mentira, esta imagen no está truqueada, la vi con mis propios ojos, solo necesito que alguien me la explique…porque hasta el momento para mí se encuentra en el país de nunca jamás (nunca jamás por aquí pasarás)

jueves, 25 de diciembre de 2008

El Vellocino de Oro

De algún modo todos creemos en él. No importa la forma en que materialicemos su existencia, incluso podemos dejar de dormir por lo que al parecer es una quimera. Jason se apoyo en los argonautas, en Medea (mal negocio) y logró después de muchos obstáculos cruzar entre Escila y Caribdis.
Mucho se ha estudiado la mitología griega y a cada historia se trata de dar una explicación racional. El vellocino parece no haber sido más que la piel de carnero, arrojada a los río para detener las pepitas de oro, que entre sus pelos quedaban atrapadas.
Finalmente buscamos nuestro vellocino, sin darnos cuenta de que muchas veces somos los mansos carneros a quienes otros en su búsqueda, despellejan para atrapar sus propias porciones de oro.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Hay que ser poco inteligente

Las declaraciones de Raúl Castro en Brasil, dejan ver claramente que a esa gente no le importa en lo absoluto transitar por un camino de cambio. Además de irreverentes son irrespetuosas.
El cambio de presos es, más que un chiste, una broma de mal gusto. Los cubanos apresados en Cuba, defienden sus derechos dentro de las fronteras nacionales que les vieron nacer. Son ciudadanos legales aunque sin derechos, esos derechos proclamados por La Resolución de la Asamblea General 217 A (iii) de diciembre de 1948. Cuando ninguno de los Castro soñaba con regir el destino de millones de cubanos.
Los otros, los apresados en EEUU son espías, y reciben el trato que recibiría cualquiera de su condición en cualquier lugar del mundo. Evidentemente no son pares, no tienen por qué ser canjeables.
Pero lo peor es que a los de adentro los expulsan del lugar que aman, a los otros los retornan. Hay que ser poco inteligente para no darse cuenta que el teatro de los Castro es pura charlatanería.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Oyendo a Serrat

Hoy amaneció como si estuviéramos en La Habana, poco sol, mucho aire y un friecito engañoso. Realmente más parecida a La Habana de fines de noviembre. En medio de todo el bullicio caribeño que acompaña a esta temporada, con los villancicos en sinfín, viendo a hombres de traje, con panderetas, cantándole a un burrito. Mujeres que se visten de rojo o verde y se ponen aretes de hombrecitos de nieve (en este maldito calor). Sin remedio recurrí a lo inmortal, a lo sereno, a lo que te compone de esta insulsa alegría.
Serrat y nuestras Pequeñas cosas:
Y uno se cree que las mato el tiempo y la ausencia
Pero su tren vendió boletos de ida y vuelta
Son aquellas pequeñas cosas
Que nos dejo un tiempo de rosas
En un rincón, en un papel o en un cajón
Como un ladrón te acechan detrás de la puerta
Te tienen tan a su merced
Como a hojas muertas
Que el viento arrastra allá o aquí
Que te sonríen tristes y
Nos hacen que lloremos
Cuando nadie nos ve

sábado, 13 de diciembre de 2008

Sonido antes que imagen

Tengo un amigo que es apasionado al séptimo arte. Un apasionado exquisito, rebuscado. Parece haber soñado más películas de las que realmente vio. Tenemos puntos de vista similares en cuanto a lo estético y al discurso, pero nunca hemos hablado del sonido.
Estoy conciente de que puede ser una aberración, pero descompongo un film en varios subelementos.
Al primero que le presto absoluta atención es a la banda sonora. No logro zafarme de esa costumbre. En ocasiones para recordar una secuencia, una escena, debo evocar primero el sonido. Recuerdo que hace muchos años al entrar en una tienda de discos donde se podía comprar casi toda la música que me gustaba, lo único que me saco el aliento fue una banda sonora (Soundtrack). Era bastante cara para aquel entonces, pero cuando me la pusieron en las manos, como regalo, comencé a llorar. No lo podía creer. Aunque la música de Thelma and Louise no es exclusiva del film, el grueso esta compuesta por Hans Zimmerman.
Me es inevitable recordar la vista del Gran Cañón con el helicóptero de fondo y no oír la imponente música. Así mismo recuerdo mejor las escenas de American Beauty si echo a rodar primero la memoria musical. Zimmerman, Thomas Newman, Morricone, Howard Shore, Mark Isham, Peter Gabriel y muchos otros son tan importantes para mí como el guionista o el director. Ultimo descubrimiento Ex Postumus.
Confieso que una de mis pasiones es buscar en Limewire cuanto soundtrack pueda digerir y así construirme los CD que quisiera escuchar por siempre. Lo sé, es una desviación. Primero el sonido, luego la imagen, primero tu voz luego tu mismo.

lunes, 8 de diciembre de 2008

El poder de la mente

Fue un día inolvidable, no? Preguntó él. Ella no se atrevió a responder, delegó la responsabilidad a un tercero. Está convencida que es mejor olvidar. Olvidar todo. Primero lo desagradable, como en una amnesia lacunar. Luego lo bueno, como en una amnesia forzosa y por último lo divino como en la melancolía involutiva.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Llegó la Navidad

Nací en La Habana en 1964, pocos años, después creo que para 1970, la Navidad fue declarada proscrita de las celebraciones cubanas. Se consideró una fiesta burguesa y de este modo todo quedó en el olvido. Guardo recuerdos muy vagos de cuando en las noches previas al período navideño, llegaban a la bodega de la esquina los dulces, las manzanas, las uvas, los turrones de Alicante y Jijona. Todas cosas exóticas para nosotros los caribeños.
Crecí en un hogar sin religión alguna y soy profundamente atea. Otra razón para que estas fiestas de fin de año no me emocionen en lo más mínimo. Pero como de protesta en protesta vamos por el mundo y no nos acostumbramos a las prohibiciones absurdas, desde 1993, año en que tuve a mi hija comencé a colocar en casa un arbolito de navidad. Los primeros eran totalmente naif, hechos con la parte central que carga los frutos de las palmas arecas.
Más tarde tuvimos arbolito de “tienda” y por último caímos en la trampa de los pinos reales, de los de verdad por aquello del olor en casa. Cada año esta época, más que una satisfacción eso se convertía en una agonía. Que si el color de la temporada era el naranja, el próximo año azul, luego rojo y así en esa desenfrenada carrera del consumismo llegué a tener un closet lleno de adornos navideños (incluido un baúl recibido desde Miami).
Ya la navidad no comienza en diciembre, los grandes almacenes desmantelan los anaqueles de libros desde octubre para poner cuanta cacharrera navideña tienen. Las casas se llenan de luces (en medio de esta escasez energética) Hay que hacer regalos obligatorios, a los amigos, a los socios comerciales, a los desconocidos. Compra, compra, compra, aunque luego no tengas como administrar el resto del año. Por algo le llaman la pendiente de febrero. La resaca de la ceguera navideña.
Veo la Navidad como el período de justificación para no trabajar, para gastar desmedidamente en las cosas más superfluas, en el período permitido para la gula. Pues no, no sigo, me bajo de este tren. Tengo que seguir siendo fiel a mis no creencias y a mis principios. No más arbolitos, solo dejé en la puerta un pequeño ángel que pide Paz en la Tierra, sirve igual en diciembre como en julio. Claro está que la decisión en casa se tomó por consenso. Preferimos adherirnos al slogan de que “el Caribe es un eterno verano” y continuamos con nuestra vida normal, sin Navidades

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Siempre sonriendo

Se llama Giselle Silvia, dice que nació en Puerto Príncipe "un sábado". Tiene doce años y apenas habla español. Cada día en la mañana se desplaza con su mamá desde la periferia de la ciudad de Santo Domingo hasta el centro para colocar su mercancía (caramelos, cigarrillos, chiclets, galletitas) en una esquina muy transitada.
Comienza a trabajar a las 7:00am hasta las 6:00pm. Hace unos días la veo sola, cargando con su enorme caja, siempre sonriendo. Su abuelo falleció y su madre tuvo que viajar. De ella cuida su primo que vende tarjetas telefónicas en la esquina más cercana.
No sé que hace Giselle para almorzar, no sé si contendrá el deseo de comerse las chucherías que vende. Pero tiene un hambre mayor, un hambre insaciable y es de conocimiento. Giselle no sabe leer ni escribir, pero ya trabaja. El dinero que reúne de sus ventas no alcanza para pagarse los documentos de identidad, tanto menos para estudios. Su caso no es aislado, es el de miles de niños inmigrantes, desplazados, no solo de su tierra natal sino desplazados de sus derechos infantiles.
Después de la de mi hija, la sonrisa de Giselle es la que más encanto me ha provocado.
Está convencida que está madame la va a ayudar, al menos a leer y escribir, eso lo dice feliz, siempre sonriendo. Quiero hacerlo, mi hija también quiere hacerlo y así pasar al menos por esa esquina, nosotras también, siempre sonriendo