miércoles, 12 de agosto de 2009

¿El artista adolescente?

Stephen Dedalus se fue a París y Juanes a La Habana. Los dos querían desarrollar sus facultades ocultas, el personaje de Joyce se convertiría en escritor y Juanes en el mensajero de la paz.
En el mundo real la actividad artística, en especial la música, se mueve como una empresa perfectamente engrasada. Desde el contratante, el productor, los abogados que ponen en orden los términos de la actuación, el personal técnico de apoyo y en algún que otro lugar los músicos invitados como contraparte. En el caso de esta presentación de Juanes, tan pero tan ingenua, todo el movimiento empresarial se reduce a un permiso que debe darle el estado cubano, siendo este el último el que decide el como, el cuando y el donde, ah y lo más importante, los quienes.
Hay dos cosas que me llaman la atención. Entre los invitados de Juanes no encontré nombres de músicos ni productores cubanos radicados fuera de la isla, algunos de los cuales han hecho varias peticiones de actuar en su propio país y se les ha denegado.
Sería interesante ver cual sería la reacción de Juanes (ya que el vive fuera de su país) si un día no pudiera volver a cantar a su natal Medellín.
El otro tema es sobre algunos comentarios que se refieren a que Juanes hace bien, porque a los cubanos de dentro de la isla también hay que darles diversión. Bueno hombre, seamos sensatos, como decía Marx, primero hay que comer, tener techo y abrigo…Por una parte le llevan música y por la otra les anuncian más restricciones.
Si Juanes va a llevar un mensaje de paz como él dice, espero que sea claro. La ausencia de tranquilidad de los cubanos nada que ver con causas externas.
A mí me seguirán gustando sus canciones, a menos que caiga en la decadencia absoluta como le pasó al diputado Silvio Rodríguez. Me da igual si canta en la Plaza de la Revolución, como en la ducha de su casa de Miami. Pero lo que sí que no voy a compartir es su argumento adolescente de embajador de la paz.
PD. Por favor si alguien puede decirle a Juanes que averigüe por qué en Cuba se prohibió a Rubén Blades. Creo que es un datico interesante.

domingo, 2 de agosto de 2009

Celebraciones de agosto

Llevamos 50 años obligados a “celebrar” cada 13 de agosto el cumpleaños de Fidel Castro. Como si fuera un familiar cercano o el amigo más preciado. Y creo que es un derecho de quien quiera hacerlo. Como es un derecho también el poder celebrar en agosto otro nacimiento, pero en este caso de un suceso social que pone en entredicho la satisfacción popular con el cumpleaños del Jefe.
Hace ya 15 años se produjo la primera revuelta multitudinaria de la que tengo recuerdos. Ese día Camilo llegó a la casa en su bicicleta vociferando enloquecido: Esto se jodió, esto se jodió. Venía pedaleando desde La Habana Vieja y logró ver todo el movimiento desde adentro. En cambio, yo estaba en casa tratando de dormir a nuestra hija que entonces era pequeña y el calor infernal la ponía muy irritable. Le imploré a mi madre que cuidase de la niña, fue más, llegué a amenazarla para que se quedase con ella y así yo pudiera ser testigo igualmente del final que tanto estábamos esperando.
Con la libertad de movimiento conseguida salimos para el Malecón, pero mi visión fue muy distinta a la que capturó Camilo en su trayectoria de Este a Oeste. A la altura de 3ra y D llegaban los camiones repletos de constructores del Blas Roca, quienes desnudaban sus torsos para que no fuera identificable la insignia de las brigadas, y con palos, tubos y cabillas en las manos eran enviados a repeler de Oeste a Este a los que por voluntad propia venían en la manifestación.
Recuerdo que en la televisión se dio la visión triunfalista del patriarca vencedor dentro de la multitud que aparentemente cambió el grito de Fidel asesino por el de Viva Fidel. La otra versión que circularon los medios oficiales fue que el mismo pueblo sofocó la manifestación. Puede que la mayoría lo creyéramos así, no tuvimos acceso a ningún reportaje gráfico que lo desmintiera. Pero eso cambió a finales de julio de este año, al menos para mí.
Por primera vez entendí porque Camilo llegó vociferando enloquecido aquel día. La magnitud de lo que vio era suficiente para que llegara el final.
Fue a través de Facebook que conocí de un material fílmico amateur (http://www.youtube.com/watch?v=Sdr7CwQtOAw) que recoge varios minutos de ese día. Pude ver tanto a los manifestantes como a la policía reprimiéndolos brutalmente. Cientos de policías, un enorme parque de carros policiales alineados en el Malecón. La versión oficial quedó destruida, ni eran pocos los manifestantes ni fue el pueblo quien los repelió. Ya hoy tengo el panorama completo.
Por eso existe una razón muy fuerte para convocar a la celebración de un suceso realmente importante para nosotros los cubanos. El Maleconazo del 5 de agosto del 1994 fue el movimiento popular espontáneo más importante de los últimos 50 años en Cuba. Eso sí es una razón para celebrar en agosto, como hermanos, como los amigos más apreciados.