La convocatoria de Parsons en 1886 en Chicago tuvo como resultado a largo plazo que el día 1 de mayo sea reconocido como el Día del Trabajo. Las exigencias de ese día eran, todas, relacionadas con mejoras en el ámbito laboral, pero quizá la jornada de 8 horas es la que ha trascendido los más de 120 años de aquella manifestación.
El juicio que se les realizó a los manifestantes careció de cualquier respeto jurídico y en una hora ya estaba la sentencia dictada. José Martí que en ese momento era el corresponsal en Chicago para el periódico argentino La Nación, describe así la ejecución:
...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
Más adelante en el tiempo, en 1919 fue creada la OIT cuya fundación correspondía en primer lugar a una preocupación humanitaria (cita textual de la página oficial de la OIT). Pero toda institución de esta envergadura debe tener su acta de constitución y para ello se reunieron entre los meses de enero y abril del citado año, nueve países: Bélgica, Cuba, Checoslovaquia, EEUU, Francia, Italia, Japón, Polonia y el Reino Unido.
Yo, me hice médico en el Hospital General Calixto García, lo digo con orgullo porque no creo que exista en Cuba mejor escuela de Medicina que esa. Entré en ese recinto formado por 27 edificaciones en el año 84, cuando éramos tan felices y no nos preocupaban las cosas que desconocíamos. Cada semana, desde mi entrada (rápidamente me convertí en alumna ayudante de cirugía) tenía que hacer una “guardia” de 24 horas. Mientras era estudiante no se les reconocía pago, pero luego de ser médico tampoco le llegó el reconocimiento monetario a esas 16 horas adicionales, gratuitas y “voluntarias” que cada médico le donaba a la institución. De la cena de esos días y la merienda de media noche no vale la pena hablar…durante muchos años mi esposo, en su bicicleta china subía la loma de G para llevarme comida decente.
Sumando hora por hora, día por día de los 20 años que laboré allí, regalé, o mejor, nunca me pagaron 16, 640 horas. Más sencillo aún, viví 693 días consecutivos dentro del hospital, sus días y noches. Sin recibir paga, ni comida decente. Hoy para un médico cubano…al menos para los del Calixto García, es un altísimo honor que se le publiquen sus trabajos científicos…y que los exoneren de las guardias de 24 horas.
Es increíble que más de 120 años después, donde de alguna manera Cuba siempre estuvo presente (fuese en Martí, o en la constitución de la OIT) un médico no tenga la potestad de exigir el derecho que hizo mártires a los hombres de Chicago…una jornada laboral de 8 horas y tenga que esperar como el gladiador, al final de la pelea, cuando ya no tiene fuerzas, si el dedo sube a su favor y puede comenzar a dormir en su casa o a recibir paga si trabaja fuera de ella.
El juicio que se les realizó a los manifestantes careció de cualquier respeto jurídico y en una hora ya estaba la sentencia dictada. José Martí que en ese momento era el corresponsal en Chicago para el periódico argentino La Nación, describe así la ejecución:
...salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro... Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: "la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora». Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable...
Más adelante en el tiempo, en 1919 fue creada la OIT cuya fundación correspondía en primer lugar a una preocupación humanitaria (cita textual de la página oficial de la OIT). Pero toda institución de esta envergadura debe tener su acta de constitución y para ello se reunieron entre los meses de enero y abril del citado año, nueve países: Bélgica, Cuba, Checoslovaquia, EEUU, Francia, Italia, Japón, Polonia y el Reino Unido.
Yo, me hice médico en el Hospital General Calixto García, lo digo con orgullo porque no creo que exista en Cuba mejor escuela de Medicina que esa. Entré en ese recinto formado por 27 edificaciones en el año 84, cuando éramos tan felices y no nos preocupaban las cosas que desconocíamos. Cada semana, desde mi entrada (rápidamente me convertí en alumna ayudante de cirugía) tenía que hacer una “guardia” de 24 horas. Mientras era estudiante no se les reconocía pago, pero luego de ser médico tampoco le llegó el reconocimiento monetario a esas 16 horas adicionales, gratuitas y “voluntarias” que cada médico le donaba a la institución. De la cena de esos días y la merienda de media noche no vale la pena hablar…durante muchos años mi esposo, en su bicicleta china subía la loma de G para llevarme comida decente.
Sumando hora por hora, día por día de los 20 años que laboré allí, regalé, o mejor, nunca me pagaron 16, 640 horas. Más sencillo aún, viví 693 días consecutivos dentro del hospital, sus días y noches. Sin recibir paga, ni comida decente. Hoy para un médico cubano…al menos para los del Calixto García, es un altísimo honor que se le publiquen sus trabajos científicos…y que los exoneren de las guardias de 24 horas.
Es increíble que más de 120 años después, donde de alguna manera Cuba siempre estuvo presente (fuese en Martí, o en la constitución de la OIT) un médico no tenga la potestad de exigir el derecho que hizo mártires a los hombres de Chicago…una jornada laboral de 8 horas y tenga que esperar como el gladiador, al final de la pelea, cuando ya no tiene fuerzas, si el dedo sube a su favor y puede comenzar a dormir en su casa o a recibir paga si trabaja fuera de ella.
2 comentarios:
Excelente!!! Los médicos cubanos son, probablemente, los profesionales que el régimen más a explotado. Parecería que Fidel Castro odia la profesión, pues desde el principio los convirtió en una especie de orden religiosa que tendría que someterse a todo tipo de sacrificio.
Felicidades por este blog tan afilado.
Es sabido que los médicos buenos como tú son casi fanáticos de su profesión, y no escatiman las horas extras para ser mejores salvadores de vidas. Lo triste es cuando son esclavizados y considerados propiedad de un gobierno, y las horas extras puestas como un eterno domingo rojo. Cuando veo las obsesiones de los personajes en Grey's anatomy siempre recuerdo a personas reales de mi ciudad, a familiares míos que hoy han decidido vivir fuera de su país, y no los dejan regresar ni de visita. En los comentarios de cubaencuentro siempre hay un animal que ataca a los médicos (a los mal llamados desertores), diciendo que fueron formados por la revolución y luego la abandonaron. Este es un concepto muy estalinista que se desmorona con esas cuentas que acabas de sacar. Con todas esas horas de trabajo adicionales, pagaste con creces la supuesta formación gratuita que tuviste, y pagaste también tu carta de libertad como lo hizo Isaura. Obviamente luego Rubens de Falco cogió tu carta y la hizo trizas.
(bueno, apuesto a que te acordaste de Carlos Ruiz de la Tejera...)
En general nuestra clase obrera está muy jodía, porque sus sindicatos forman parte indisoluble de la patronal, y porque el estado es el mismísimo patrón que le saca la mayor plusvalía del mundo.
No creo que haya muchas razones para festejar en la plaza, pero ya sabemos lo que pueden hacer las viejas costumbres y el temor a significarse.
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