No es por lo que hacemos, es más bien por lo que pensamos. Si hubiese posibilidad de grabar en medio magnético lo que pasa por nuestras cabezas podríamos recomponer La Torre de Babel.
Los pragmáticos (donde me situó yo misma) queremos encontrar explicaciones, los aburridos ven todo pasar y no se inmutan, los tontos conviven con el caos, los inteligentes se aprovechan de él, y los artistas, bueno, ellos llevan su comida aparte.
Los artistas sea cual fuere su género o arte son los únicos que le dan utilidad a ese estado confusional que se mantiene perpetuamente dando tumbos entre los 8 huesos craneanos. Todos logran confundir y no hay modo de salvarse.
Siendo joven gracias a Camilo Venegas descubrí una obra que ha marcado mi vida, tanto que quise ponerla en una tarjeta de presentación, pero claro está…parecía una locura. El Bosco, con La extracción de la piedra de la locura, siempre me acompaña. Gracias a Camilo nuevamente, un día en la madrugada, pero casi veinte años después conocí otra obra: El cirujano de Jan Sanders Van Hemesen, donde se trata de lo mismo; sacar la maldita piedra que tanto pesa. Han pasado más de 400 años de ambas obras y todavía ni los pragmáticos, ni los aburridos, ni los tontos, ni los inteligentes han logrado nada, solo ellos, los artistas lo consiguieron.
Los pragmáticos (donde me situó yo misma) queremos encontrar explicaciones, los aburridos ven todo pasar y no se inmutan, los tontos conviven con el caos, los inteligentes se aprovechan de él, y los artistas, bueno, ellos llevan su comida aparte.
Los artistas sea cual fuere su género o arte son los únicos que le dan utilidad a ese estado confusional que se mantiene perpetuamente dando tumbos entre los 8 huesos craneanos. Todos logran confundir y no hay modo de salvarse.
Siendo joven gracias a Camilo Venegas descubrí una obra que ha marcado mi vida, tanto que quise ponerla en una tarjeta de presentación, pero claro está…parecía una locura. El Bosco, con La extracción de la piedra de la locura, siempre me acompaña. Gracias a Camilo nuevamente, un día en la madrugada, pero casi veinte años después conocí otra obra: El cirujano de Jan Sanders Van Hemesen, donde se trata de lo mismo; sacar la maldita piedra que tanto pesa. Han pasado más de 400 años de ambas obras y todavía ni los pragmáticos, ni los aburridos, ni los tontos, ni los inteligentes han logrado nada, solo ellos, los artistas lo consiguieron.
1 comentario:
Siempre he preferido la locura. Ahora, ya viejo, prefiero ser un loco pragmático. Me gustó mucho tu texto y creo que en ambas obras, los cirujanos se equivocan. Hay que dajar esa piedra ahí adentro, hay que permitirles que hagan su trabajo. de verdad, hermoso texto.
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