jueves, 15 de enero de 2009

Ni opio ni cocaína

Hace unos post atrás explique mi deseo de ser la esposa de un político de turno, aunque este tuviera que ser reemplazado cada 4 años (años de vigencia presidencial). Con ello garantizaba en un lapso ínfimo de tiempo, casa, carro (de lujo), viajes (fuera de la geografía nacional) y quién sabe si hasta poner a mi hija en una buena universidad europea o del Canadá.
Algunos amigos que no entendieron el negrísimo sentido del humor y que además me sobrevaloran demasiado (imagínense cuan apetecible debo ser para lograr ese objetivo). Se enfadaron y me dijeron que no entendían mi razonamiento. El razonamiento es simple, Federico Engels que se dedicó a la parte social más que la económica en la creación de las teorías filosóficas que todos conocemos, me da la razón: Primero techo, comida y abrigo.
Sin embargo hoy cambié, no voy a ser tan latinamente sumisa, no quiero el esposo, ahora quiero ser yo, pero dentro de la fila de nombramientos que hace el Presidente cada vez que le da un mareo. No creo que quede un puesto libre como vicecónsul…hay ciudades que tienen hasta tres. Pero puede ser algún “carguito” de esos que vienen aparejados a dos distinguidas “profesiones”: Asesor o Secretario de estado sin cartera.
Hoy en la mañana en la radio pude oír algunos nuevos nombramientos: Subsecretario de estado como asesor para temas de Seguridad Social. En este país hay más de cinco entidades dedicadas a que funcione la inoperante Ley de Seguridad Social y todavía tienen la cachaza de seguir nombrando asesores. Otro de los nombramientos fue de asesor en el sector agujas…realmente ese no sé que quiere decir…pero suena muy pintoresco. Antes tuvimos al asesor del poder ejecutivo para asuntos gastronómicos, puesto este aún vigente (será algo como el cocinero de la Corte…el Vatel caribeño).
Por encima de todo este festín de gastos al Presupuesto Nacional, aparece la voz de la “conciencia” El Cardenal. Este buen señor llama a evangelizar para acabar con la corrupción. A mí en particular me parece el chiste mayor, justo ahora cuando la Iglesia Católica reconoce públicamente la disminución de sus feligreses. No es el Vaticano el mejor ejemplo de ausencia de corrupción, ni siquiera de modestia. No tenemos que evangelizarnos sino educarnos.
Cuando hace ya casi treinta años decidí estudiar medicina mi padre me regaló los libros con los cuales pasaba sus noches de estudio, en todos tenía escrito a mano una frase, solo una que se repetía inalterable: La religión es el opio de los pueblos. En tiempos de mi padre, la corrupción gubernamental no era noticia de primera plana, por eso solo tenía esa sola frase.
Si por fin mi hija decide seguir mis pasos y se hace médico, haré lo mismo, colocaré junto a la que tenía mis libros una extensión escrita también a mano para que ella recuerde que la corrupción ya es la cocaína de la sociedad. Así podré estar segura de cambiar de deseo y esta vez no como un chiste que mis amigos no entendieron.
Mantenernos fuera del consumo de estupefacientes sociales…ese es mi nuevo deseo, aunque el mundo gire indefectiblemente en otro sentido.

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