viernes, 6 de febrero de 2009

El sindicalismo como limitante y freno


Ayer se inauguró el Primer Congreso Dominicano de Atención Primaria en Salud (APS). La Medicina Familiar y Comunitaria tiene sus antecedentes en la Europa de los siglos XVIII y XIX, donde la atención de un grupo de familias radicadas en una comunidad pertenecía por entero al médico de la región. Pero para ese entonces la actividad fundamental era la curativa
Con la comercialización de la salud y el trasiego monetario que esto originó, la función de este medico familiar desaparece para dar paso a un sistema multiespecialista, separado de el concepto básico de Salud.
En la década del 70 del siglo pasado, en Alma Ata (Kazajastán) se realiza la primera Conferencia Internacional sobre Atención Primaria como respuesta entre otras cosas al encarecimiento de los servicios de salud y a la desigualdad para su accesibilidad.
En el primer párrafo de la Declaración se enuncia textualmente:

La Conferencia reitera firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, es un derecho humano fundamental y que el logro del grado más alto posible de salud es un objetivo social sumamente importante en todo el mundo, cuya realización exige la intervención de muchos otros sectores sociales y económicos, además del de la salud.

Aunque los objetivos del milenio, específicamente los derivados de este tema prácticamente no se han cumplido, la mayoría de los países con sistemas de salud medianamente equilibrados han adoptado la APS como el modelo más apropiado para la universalización de los servicios médicos.
En América los mejores ejemplos están en Cuba, Chile, Colombia y Canadá. En Europa, Inglaterra y Francia. Pero en República Dominicana, aunque se decretó la Ley 87-01 desde el año 2000 no se ha logrado ni siquiera el primer paso para establecer un modelo sanitario justo.
Ayer, el cierre del Congreso lo hizo el presidente del Colegio Médico Dominicano. Conocido sindicalista, vocero de demandas salariales divorciadas de la calidad y agitador vehemente a favor de la persistencia de un modelo de salud absolutamente privado.
Vergüenza debió sentir el hombrecillo, al utilizar el escenario, que por primera vez trata de aglutinar a un sector tan desvencijado, solo para rechazar de plano lo que desde 1978 se ha convertido en el estandarte de calidad de la salud en el mundo. Su único argumento era la posible “desvertebración” (palabra suya no mía) de las clínicas privadas.
Mientras tanto seguiremos esperando que este sindicato haga suyo el precepto hipocrático y se desligue del hipócrita que tiene como bandera.

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