lunes, 2 de febrero de 2009

La música (canción) como vehículo expresivo de los deseos


Cuando apenas rondaba los veinte años compartía amores con un joven muy simpático. Tal era su simpatía que realmente me enamoré del amigo más que del hombre. Entonces, ponerle fin a una relación de pareja que no era tal cosa me resultaba engorroso. Para sorpresa mía, el chico sufría la misma desesperanza que yo y gentilmente una tarde me pidió que escuchara una canción. No recuerdo al intérprete ni el texto, pero el mensaje era explícito: Mejor dejábamos “aquello”. Nunca supo cuanto se lo agradecí.
Desde entonces encuentro en la música la excusa perfecta para canalizar algún estado de ánimo.
Primero la melodía, si esta me cautiva no importa el idioma…me tomo el trabajo de traducirla si no está en castellano. Creo que esa combinación perfecta entre sonido y texto puede suavizar el modo en que por circunstancias especiales no me atrevería a decir lo que deseo.
Así me he visto dándole lecciones de familiaridad a mi hija a través de Rubén Blades, explicando una angustia con Sindo Garay, mandando un SOS con Sting, reclamado un espacio con Coldplay o burlándome de alguien con Sabina. Serrat es a quién más me hubiese gustado robarle el discurso y con él, poder escribir enormes email sin tener que esforzarme en cuidar la ortografía o la gramática.
Esta noche le robo la idea a Charly García…No voy en tren, voy en avión, no necesito a nadie a nadie alrededor…

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