Repasando como cada mañana la prensa digital, leí el post de Ángelito publicado en Encuentro. Casi de manera bucólica describe como su generación (de escritores), sus amigos más cercanos se fueron dispersando por el mundo, incluso como algunos tuvieron que renunciar a su pasión primera: La literatura.
Pero no es solo la generación Santiesteban la diezmada en el suelo patrio. Son cuatro generaciones de cubanos que nos hemos ido desintegrando, poco a poco y hacia los lugares a los que hemos podido llegar. No siempre el que hubiésemos querido.
A mi generación profesional, la de médicos le sucedió exactamente lo mismo. Nos dispersamos, hacemos cosas muy diferentes para la que nos preparamos.
República Dominicana, lugar donde resido es también un productor natural de emigrantes, pero cada fin de año el Aeropuerto Internacional de las Américas contrata músicos y bailarines para que reciban a los emigrados que retornan por breves días a enchumbarse de su lugar natural.
A nosotros no nos sucede lo mismo, a muchos incluso se nos niega el retorno. Entonces recurrimos al único espacio común que nos queda: Facebook, ese es nuestro aeropuerto, nuestro bar, nuestro parque, las avenidas que ya no podemos recorrer.
En la fotografía que ilustra este post se me ocurrió hacer un ejercicio de ausencias, ni siquiera bucólico, como cirujana, lo hice a punta de bisturí. Éramos nueve adultos, sólo uno no era cubano, de este modo lo podemos despejar. Quedan ocho, tres de ellos emigraron a Miami: Ernesto cirujano oncólogo con su esposa economista y Abilio el intensivista. Me van quedando cinco: Liliana la internista vive en Uruguay, Alfredo el cirujano se asentó en Las Baleares. Nos redujimos a tres y aunque debía contarme de última, caigo también en el despeje imaginario…vivo en Santo Domingo.
Finalmente se mantienen allí (creo yo) dos de los ocho fotografiados aquel día. Lily y Marcelino ambos cirujanos. Si no es record, por lo menos es un buen average para la desintegración generacional. Por suerte conservo la fotografía.
Pero no es solo la generación Santiesteban la diezmada en el suelo patrio. Son cuatro generaciones de cubanos que nos hemos ido desintegrando, poco a poco y hacia los lugares a los que hemos podido llegar. No siempre el que hubiésemos querido.
A mi generación profesional, la de médicos le sucedió exactamente lo mismo. Nos dispersamos, hacemos cosas muy diferentes para la que nos preparamos.
República Dominicana, lugar donde resido es también un productor natural de emigrantes, pero cada fin de año el Aeropuerto Internacional de las Américas contrata músicos y bailarines para que reciban a los emigrados que retornan por breves días a enchumbarse de su lugar natural.
A nosotros no nos sucede lo mismo, a muchos incluso se nos niega el retorno. Entonces recurrimos al único espacio común que nos queda: Facebook, ese es nuestro aeropuerto, nuestro bar, nuestro parque, las avenidas que ya no podemos recorrer.
En la fotografía que ilustra este post se me ocurrió hacer un ejercicio de ausencias, ni siquiera bucólico, como cirujana, lo hice a punta de bisturí. Éramos nueve adultos, sólo uno no era cubano, de este modo lo podemos despejar. Quedan ocho, tres de ellos emigraron a Miami: Ernesto cirujano oncólogo con su esposa economista y Abilio el intensivista. Me van quedando cinco: Liliana la internista vive en Uruguay, Alfredo el cirujano se asentó en Las Baleares. Nos redujimos a tres y aunque debía contarme de última, caigo también en el despeje imaginario…vivo en Santo Domingo.
Finalmente se mantienen allí (creo yo) dos de los ocho fotografiados aquel día. Lily y Marcelino ambos cirujanos. Si no es record, por lo menos es un buen average para la desintegración generacional. Por suerte conservo la fotografía.
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