Caminaban juntos, sin mirarse, ignorando sus tristes existencias. Los dos eran enfermos psiquiátricos pero desconocían su mal. Dicen los profesionales que un síntoma patognomónico de los trastornos de la mente es la ausencia de su reconocimiento. Sin querer se empujaban, se maltrataban. En ese estado caminaron unos larguísimos 18 kms. Hasta llegar al punto en que definitivamente se tenían que separar. Los esperaban dos puertas totalmente distintas, dos paisajes absolutamente diferentes. Ante la duda de seguir solos y el miedo a reconocerse como tal un “loco” le pregunta al otro: Oye, ¿Tu eres demente?, No, ¡Yo soy de chocolete!. Y así siguieron por separado el resto de sus vidas.
domingo, 2 de noviembre de 2008
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