martes, 21 de octubre de 2008

Si Titón viviera


Eran A. y G. el de 37 años, ella de 28. Ambos jóvenes profesionales que están a punto de casarse. Y en el corre corre que suponen las bodas a todo trapo no paran de hacer gestiones, que si el traje, que si los papeles, la lista de bodas, el alquiler del lugar.
Pero lo que les cuento no es ficción A. y G. aun duermen en casas separadas (raro en este tiempo) por lo que para juntarse el domingo en la mañana, en su continuo peregrinar de gestiones se levantaron temprano, muy temprano. Juntos en un solo carro para ahorrar gasolina llegaron al parqueo de Acrópolis eran las 9 de la mañana, el guardián los saludo al llegar. Se bajaron amorosamente y entre besos y manoseos tomaron el ascensor. Buff primera sorpresa, todo estaba cerrado. Las tiendas abrirían a las 11 AM y dos horas eran demasiado tiempo. Decidieron ir a otro sitio para adelantar. Cuando al momento de pasar la barrera del parqueo, le anuncian que tienen que pagar por no tener sellado el ticket. Pero no tenemos donde sellarlo, no importa tienen que sellarlo o pagar, pues no pagamos, A. decide salir del carro para subir y pagar un café que no quiere beber por tal de conseguir el dichoso sello, pero Buff segunda sorpresa no podía caminar por dentro del parqueo a pesar de estar a escasos 15 metros de la puerta del ascensor, que si camino, que no vas a caminar, pues entonces que hago, nada poner el sello, ¿pero como? No sé.
Comienza una discusión absurda y A. logra escaparse hacia las escaleras, mientras G. está aterrorizada dentro del vehículo, cuando de pronto el guardián llama a la policía para que los arrestaran ¿Por no tener el sello en el ticket?.
A. baja con los dos cafés que no se van a tomar y con el preciado sello. El acto duró 35 minutos. Exhaustos se dan cuenta de que deben llegar corriendo a la degustación de los platos que se brindaran en la esperada cena nupcial, la comida era buena, abundante y deciden pedir una limonada para poder cambiar el gusto entre plato y plato. Buff tercera sorpresa, una cuenta por 230 pesos, cada limonada costaba 115 no tenían efectivo y el veriphone estaba dañado. Mejor no sigo la historia me reservo un pequeño espacio para el capitulo final.
Día lunes, tienen que ir a la Oficialía, ya que aunque él es residente definitivo en nuestro país no es ciudadano jurado y probado por lo que tiene que pagar una suma para efectuar su casamiento, eso es legal, no hay problemas, pero Buff cuarta sorpresa tiene que desembolsar tatannnnn
8 000 pesos, pero A. no es tonto y cuenta cada noche cual viejito uno a uno los cheles que va ganando, por lo que averiguo antes, cuanto era lo que realmente exigía el trámite. Realmente era menos de la mitad exigida por ser residente definitivo, lo siento tu eres extranjero, pero escúcheme yo me informe, no sé voy a preguntar a mi superior, por favor, dice lo mismo que yo 8 000, que no señorita que no son 8 000 por favor verifique con alguien más, vamos al piso de abajo para hablar con el abogado. Bajaron, subieron, volvieron a bajar y volvieron a subir, ya vez lo dijo el abogado 8 000 o no te casas, voy a llamar a Migración, bueh…
A. llama a Migración, si señor usted tiene la razón ellos solo son unos ineptos, por favor podría llamarlos. Buff quinta sorpresa, no joven eso ellos lo deben saber y si no que se informen son los procedimientos…no sé cual fue el final pero A. y G. son tozudos y lograron pagar lo que correspondía.
Si Tomás Gutiérrez Alea estuviese vivo y me hiciera el honor de leer este blogcito se daría cuenta que La muerte de un burócrata fue solo el principio del chiste.

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