jueves, 29 de mayo de 2008

Sí, es mejor ser intransigentes


Tengo la suerte de haber vivido todo el tiempo en países cálidos, para más señas caribeños, por lo que el tema de andar muy abrigados me resulta un tanto lejano. Lo que sí me resulta inaudito es la crueldad en este caso hacia los animales. El contenido surge por un anuncio que leí de Alaska en recaudación de fondos para PETA y AnimalNaturalis contra el maltrato a los toros en las corridas.
En cierta ocasión escuche de un grupo de mujeres que se hizo construir un frigorífico para desfilar con sus pieles. He llegado a pensar que mientras menos neuronas funcionales se tienen, más necesidad hay de cobijar el cuerpo con otros accesorios de este tipo. Pero no es solo el desollar animales para hacer abrigos.
Que dejamos para las peleas de perros, gallos. Para la abusiva forma en que se trata a los toros en una corrida y luego se premia con partes de su cuerpo ya inerte. Conozco a mucha gente sensible que disfruta con esos actos y luego dicen sufrir y hasta desmayarse con chorrito de sangre.
Como siempre imitamos a los de afuera, no estaría nada mal enterarnos que la última encuesta Gallup asegura que el 82% de los españoles entre 15 y 24 años no están interesados en este tipo de “celebración”. Esperemos que no pasen 400 años para empezar a desmontar el abuso a los animales desde acá.

martes, 27 de mayo de 2008

Los otros también aportan

Las sociedades modernas están compuestas por una estructura general donde cualquier persona puede expresar por varias vías sus preocupaciones, incluso sus desidias.
No cabe duda del rol que juegan los intelectuales como creadores y difusores de ideas, de observadores sutiles y, sobre todo, su capacidad para advertir a tiempo cambios esenciales para esas mismas sociedades donde se encuentran insertados.
Mi preocupación gira sobre un fenómeno que no me es para nada ajeno. En mi casa siempre se reunieron grupos de intelectuales, tanto escritores como pintores, cineastas o periodistas.
Las discusiones siempre han sido intensas, en la mayoría de las ocasiones sinceras, pero por lo general me recordaban a los cafetines parisinos donde poetas y otros intelectuales elevaban sus ideas para luego dejarlas caer sobre sí mismos.
Es cierto que pensar una sociedad es difícil, sobre todo cuando no se vive el día a día del hombre común. Lo que le falta a la mayoría de los intelectuales cubanos, tanto a los de la isla como los de afuera, es oír algo más que no sean sus propios pensamientos.
Otros profesionales e incluso obreros son capaces de ofrecer ideas, puntos de vistas incluso soluciones tan válidas como la de los primeros. La única diferencia es que unos las expresan de la manera que los otros no pueden, pero finalmente todos la sueñan muy parecido.
Ojalá que los documentos que se escriban en nombre de todos, se piensen con la visión de un grupo más amplio de la sociedad, así las posibilidades de que queden temas fundamentales fuera siempre será menor.

domingo, 25 de mayo de 2008

La moda, el credo y el sexo


Qué pena, la bisexualidad, la homosexualidad y el ateísmo se convirtieron en moda. Ahora, auto incluirse dentro de cualquiera de estas tendencias resulta “trendy”.
Lo más preocupante del tema no es la militancia extrema dentro de estas posibilidades, sino, que al convertirse en novedad, deja de ser genuino.
Las expresiones de la sexualidad han sido variadas desde que el género humano decidió disfrutar de su cuerpo y no dedicarlo sólo a la procreación o la mera contemplación. En los años 60 y 70 la explosión sexual fue arrolladora, hoy lo es la negligencia. La falta de protección es tan preocupante como la trivialidad de ver al sexo como una opción de aceptación en determinados círculos sociales.
El ser ateo, por igual, ya casi es un chiste, una manifestación de rebeldía infantil. Yo crecí sin adoctrinamientos religiosos y por mucho tiempo dije que era atea. Pero hace unos días escuché a alguien decir que es “post ateo”.
Cada día son menos las causas que defender a expensas de la actitud que se asume frente a la creencia o no de la religión. Muchos temas deben ocupar el 60 por ciento activo de nuestro cerebro para debatirnos en tanta tontería.
Por eso no logro entender cómo muchachos en el comienzo de su adolescencia se complican tratando de ubicarse en uno u otro bando sin haber tenido, en la mayoría de los casos, siquiera su primera experiencia (como decía otro amigo, “psico-sexo-pasional”).Todo esto se debió a una conversación con mi hija, por suerte ella puede hablar conmigo, sin tapujos y con mucha honestidad

sábado, 24 de mayo de 2008

La fábula y la modernidad


En un país muy lejano un Rey le pidió a su cocinero que le hiciera el mejor manjar del mundo. Rápidamente el cocinero preparó una receta de lengua. El Rey le preguntó el por qué consideraba a la lengua como algo tan exquisito.
–La lengua, señor, es el principal vehículo para hacer que una persona se sienta feliz. Un halago, una frase de apoyo, una expresión de cariño pueden cambiar al mundo –dijo el cocinero.
–Entonces prepárame el más deplorable de los platos –exigió el soberano.
La sorpresa del Rey fue infinita al comprobar que otra vez en su mesa habían servido lo mismo.
–Mi señor es que la lengua igualmente puede proferir los peores insultos, las más tristes ofensas, las palabras más soeces.
Después de mucho tiempo, incluso de reyes y cocineros, llegaron los celulares. Esa es a mi juicio la lengua moderna. Excelente para la comunicación instantánea: Conoces el paradero de tus hijos en la madrugada (siempre que no lo apaguen). Te avisa en medio de una reunión de un cambio de estrategia. Recibes una buena noticia donde quiera que estés…
Son miles sus bondades, pero igualmente tiene los peores defectos del mundo. Te hace recordar que eres tú aunque te encuentres en el fin del mundo, sirve para que te espíen tus más ocultos sentimientos y tu jefe entiende que es obligatorio responderle aunque pases por un trance existencial.
Personas inescrupulosas ceban sus placeres y frustraciones en tus SMS, incluso llegas ha hacer llamadas de las que te arrepientes al segundo de marcarlas. Nada, que como decían uno de los principios del materialismo dialéctico, todo vuelve a un punto en común. La espiral por suerte seguirá elevándose y nos encontraremos en otro contacto filosófico.

miércoles, 21 de mayo de 2008

¿Cuántas veces descubrimos el pan?

Me vino a la mente leyendo una de las entradas de Generación Y. A comienzos de 1994, Ana Rosario descubrió el pan. Su júbilo es fácilmente reconocible en la imagen. Un gusto nuevo, una textura distinta a los sempiternos “purés” que le preparábamos por ese entonces.
En Cuba sólo se le ofrece al consumidor diariamente una triste y arrugada porción de este funcional alimento. No era así cuando yo era la pequeña de la casa. Recuerdo la “Flauta de Pan” y de cómo a escondidas me la comía por el centro, dejando para los demás solo el “cascarón”.
El descubrimiento de mi hija fue de pan a secas, no era que se tratara de pan pita que no crece, o pan biológico, o alguna de estas nuevas aberraciones dietéticas tan de moda por estos días. Era un pedazo de pan, sin figura geométrica conocida…más bien parecía una porción amorfa caída de la Sagrada Familia de Gaudí que se desmorona en mil pedazos.
Luego llegó el Pain de Paris (al Vedado), con un lujo discreto y unos precios escandalosos, pero donde aquel que podía compraba una baguette o un croissant. Mi hija así descubrió el pan por segunda vez. Pero nunca imaginamos que seguíamos viajando como diría mi abuela “en el zeppelín de la ignorancia”.
Fue en Samaná, en esa península que alguna vez fue francesa, donde no sólo Ana Rosario, sino toda la familia descubrió el placer del pan y esta fue la tercera. Ancient Pain…ese fue el lugar, justo en Las Terrenas. Por suerte, este fin de semana rememoraremos aquel comienzo del 1994 pero comiendo pan de verdad allí donde lo descubrimos por tercera vez.

martes, 20 de mayo de 2008

¡Qué regalo!

Tengo una hija que apenas en 8 días va a cumplir 15 años. Edad difícil, todos podemos dar fe del hecho. La comunicación con ella es cada vez más intensa. Ya no hablamos sólo de los cuentos de la oscuridad a los que le acostumbró su papi, mientras yo trabajaba de noche en un hospital habanero. Sus prioridades también cambiaron, no espera las sorpresas que viene dentro del huevito de chocolate; ya emplea horas en escribir sus angustias, mucho mejor narradas que sus momentos felices. No oye la música que quisimos, oye la que ella escogió (por suerte dentro de su enorme diapasón tiene excelente gusto). Quiere ser médico, pero al parecer es más el amor que siente por Dr. House, lo que la impulsa a esa banda tan compleja en la vida profesional. Dicen sus maestros que tiene muy buen tino para las ciencias políticas y una gran sensibilidad para el arte. Una vez más hijo de gato…se muere por cazar al menos un ratón. Como los de su generación les cuesta mucho trabajo leer en papel, no les gusta el olor de los libros. Prefiere la fría pantalla de su computador que nunca, nunca está apagada.
No obstante hace apenas dos días nos hizo un regalo a su papi y a mí, como si fuéramos nosotros los que cumpliéramos 15 años. Descubrió que al leer un libro es capaz de componer en su mente los paisajes, las caras y hasta los sonidos. Se siente feliz. Yo más que ella, al fin, aunque solo con la excusa de la interpretación de la imagen mi hija comenzó a leer en serio.