jueves, 29 de mayo de 2008

Sí, es mejor ser intransigentes


Tengo la suerte de haber vivido todo el tiempo en países cálidos, para más señas caribeños, por lo que el tema de andar muy abrigados me resulta un tanto lejano. Lo que sí me resulta inaudito es la crueldad en este caso hacia los animales. El contenido surge por un anuncio que leí de Alaska en recaudación de fondos para PETA y AnimalNaturalis contra el maltrato a los toros en las corridas.
En cierta ocasión escuche de un grupo de mujeres que se hizo construir un frigorífico para desfilar con sus pieles. He llegado a pensar que mientras menos neuronas funcionales se tienen, más necesidad hay de cobijar el cuerpo con otros accesorios de este tipo. Pero no es solo el desollar animales para hacer abrigos.
Que dejamos para las peleas de perros, gallos. Para la abusiva forma en que se trata a los toros en una corrida y luego se premia con partes de su cuerpo ya inerte. Conozco a mucha gente sensible que disfruta con esos actos y luego dicen sufrir y hasta desmayarse con chorrito de sangre.
Como siempre imitamos a los de afuera, no estaría nada mal enterarnos que la última encuesta Gallup asegura que el 82% de los españoles entre 15 y 24 años no están interesados en este tipo de “celebración”. Esperemos que no pasen 400 años para empezar a desmontar el abuso a los animales desde acá.

1 comentario:

Tiempo de barzón dijo...

No me interesan las corridas de toros, ni me llega especialmente ese llamado
arte de la tauromaquia, es más, me resulta bastante desagradable, pero en mi
opinión es una actividad que hay que mantener o, mejor dicho, una actividad
(hay otras) que, desde un punto de vista ecológico, no nos conviene que
desaparezca.

Paso a explicarlo:

España (desde donde les escribo), con cerca del 60%, es el país con más
territorio "salvaje" (no productivo, no edificado o no cultivado) de Europa.
Un mínimo de ese porcentaje es debido a una orografía compleja, pero la
mayor parte de ese territorio se debe a costumbres arcaicas relacionadas
con animales muy concretos: el cerdo ibérico, el toro bravo y la caza mayor
(ciervos especialmente).

Estas tres especies, para su desarrollo, necesitan grandes extensiones de
terreno, bosques y dehesas. El toro bravo, por ejemplo, necesita largas
estepas con espacios bien delimitados de dominio donde sobrevivir. El cerdo
ibérico necesita extensas dehesas bien pobladas de encinas, quejigos,
castaños y alcornoques que les suministren la alimentación que les hace tan
apreciados para el mercado y los ciervos necesitan de pastos, ríos y bosques
donde reproducirse.

Los tres animales, mueven importantes cantidades de dinero: son
económicamente muy atractivos y merece la pena el esfuerzo y, sobre todo, el
destino de tanto terreno silvestre en su crianza.

Ecológicamente, donde pasta el toro, donde se alimenta el cerdo o se
desarrolla la caza son terrenos baldíos en los que otros animales (reptiles,
aves, pequeños mamíferos) pueden vivir a sus anchas; terrenos en los que las
aguas aún corren libres y están limpias; terrenos en los que se mira porque
los árboles no sólo no se corten, sino que crezcan sanos, etc.

En definitiva, a la hora pedir prohibiciones (los toros, por ejemplo) y de
manera tan enérgica como exigen los mal llamados ecologistas, hay que
observar las consecuencias. El día que el toro no sea rentable, como especie
se extinguirá o pasará a los zoológicos y miles de hectáreas de bosque
serán taladas y destinadas al monocultivo de secano, trigo o girasol. El
dinero es así... mal que nos pese.

E.