martes, 24 de febrero de 2009

Recuerdos que es mejor mantenerlos como fueron

Para sorpresa mía, mi hija adora a Joan Manuel Serrat. Digo sorpresa porque para esta generación X el gusto musical es ciertamente distinto al de mi generación. En primer lugar no oyen música en español, prácticamente solo consumen líricas en inglés.
Pero lo más alucinante es que la chiquilla gusta más del Serrat en catalán que le es una lengua aún más lejana.
Ella ha bajado a su Ipod cuanto video viejo del cantautor ha podido conseguir, y se enternece y obliga a enternecerse a todo el que la rodea, su familia, sus amigos, sus enamorados. Dice que Paraules d´ amor se la escribieron a ella por el solo hecho de tener 15 años.
Pero anoche, cuando nos disponíamos a dormir y haciendo el convencional ejercicio de zappeo presueño, encontramos a Serrat cantando en Viña del Mar. ¿Mamá, pero se está encogiendo? ¡Qué pena, oye la voz, parece que habla! De inmediato buscó la versión de Tu nombre me sabe ha hierba que atesora en su computador. Lo cierto es que hasta los comentarios que hizo Joan Manuel nos parecieron algo ridículos.
Definitivamente hay recuerdos que son felices si se quedan en lo que son, en ocasiones si se trata de reanimarlos, de hacerlos volver a el punto justo en que se vive, pueden surtir el efecto contrario y corren el riesgo hasta de perderse como lo que son. Algo bello que ya no está.

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