domingo, 13 de septiembre de 2009

De la adoración al aburrimiento

Hace aproximadamente dos años, en casa dedicábamos horas enteras y seguidas a ver los brillantes diagnósticos y los trastornos de la personalidad de Gregory House. No solo a mí que soy médico se me fueron horas pegadas a un sofá, sino a una legión de hombres a los que les fascinaba esa personalidad controversial y de mujeres que estábamos enamoradas de ese tipo feo y despiadado, pero genial.
Un día mi hija me dijo entre risas (hago constar que ella quiere ser médico, pero solo tiene 16 años) -Ahora la muchacha empieza a toser, mamá- y de pronto comienza a echar sangre por la boca. Aquí llegará Dr. House y dirá que le pongan esteroides y que le hagan una RMN, mientras que los otros médicos, los pobres, los cuales su único criterio de selección era que tuviesen en su ADN una muestra considerable de pushing bag, se asombran y discuten exactamente lo mismo que en el capítulo anterior. Lupus, Sarcoidosis, Lupus, Amiloidosis
Tiene razón mi hija. A estas alturas no logro sostener el parpado superior en posición de ojo abierto ni por 15 minutos. Parezco una eterna miasténica. Ni sus diagnósticos me parecen brillantes ni su personalidad me enamora. Toda pedantería y snobismo tiene un límite de aceptación. Para mi fue de dos años, ya no más, al final me he dado cuenta de que me gustan más las personas normales y las historias reales. A mi House se me desinfló.

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