
Neda es el ejemplo de que siempre, en las protestas contra cualquier opresión los muertos los ponemos los oprimidos. Ellos, contra los que se protesta siguen cada noche acunando a sus hijos, como si nosotros hubiésemos nacido sin el derecho a ver a los nuestros crecer.
El grito profundo del padre de Neda, no es más que la desolación de una nación a la cual no todos nos hemos atrevido a dar la mano solidaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario