
Se sucedían llamadas de amigos y otras que hacíamos mi niña o yo. Todas trataban el mismo tema. Por un momento Ana Rosario turbada me preguntó ¿Por qué sentía esa sensación de vacío? La pregunta puede parecer ingenua, pero la respuesta era sencilla: La Universalidad.
La señora que me ayuda en los quehaceres domésticos es apenas alfabetizada y no tiene televisor en su casa, pero sabe quién es Michael Jackson. Todos lo sabemos. Algunos ponen en primera oración que no les gustaba su música, o que no compraron jamás sus discos para luego confirmar que en algún momento de sus vidas le prestaron atención. Pero al fin y al cabo ese señorcito de trajes rutilante logró lo que pocos artistas llegan a disfrutar. Ser un icono universal.
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