lunes, 15 de junio de 2009

¡Ah sí! Comsumatum est

Cuando me casé, heredé de mi familia un refrigerador Frigidaire, tan pero tan viejo, que en la nevera solo cabía un pollito y par de pescado flacos. Este aparato aún funciona en mi casa. Mi mamá nos lo cedió porque ella tenía uno nuevo, sin embargo el suyo cada tres meses necesitaba del concurso de un mecánico para poder enfriar el agua que contenía. Por alguna razón que debe ser, probablemente, la ley de oferta y demanda, las cosas hoy, son poco perdurables, son desechables en muy poco tiempo.
En un programa televisivo de la BBC donde los concursantes deben conquistar a alguno de los cinco Dragones (multimillonarios británicos), que podrían financiar el proyecto que presentaban, solo uno corrió con buena suerte y pudo convencer a dos de los inversionista para instalar máquinas de paraguas desechables en las estaciones del metro de Londres. Siempre he imaginado a Londres muy lluvioso y entonces caí en cuenta de cuantos paraguas desechables debería comprar si estuviese por allí. Pero definitivamente hace muchos años el mundo va por ese rumbo. Lo perecedero se impone.
Entonces comienzo a comprender a mi abuela, cuando uno se aferraba a algo que creía inmortal, irrompible y delante de la propia cara se quebraba en mil pedazos. Ella solo se persignaba y decía Comsumatum est.

1 comentario:

Rodrigo Kuang dijo...

¿Estás segura de que el viejo frigidaire todavía está en tu casa? Hace año y pico hicieron un revuelo muy grande cambiando los refrigeradores antiguos - incluso los rusos - por los chinos de nueva adquisición. La gente andaba como loca preparando el cambio, y como venían antes a verificar si funcionaban, algunos que ya estaban de adorno eran disfrazados por los dueños con hielo ajeno puesto en el congelador. Puede que no llegasen a tu barrio, o que tu mamá se negara al cambio. A fin de cuentas nadie sabe lo que van a durar esos refrigeradores chinos.